Hoy os traigo la tercera entrega del proyecto de fabricación de mi propio tambor. Si queréis refrescar anteriores artículos al respecto, AQUÍ tenéis la primera parte y AQUÍ la segunda.
Este era el estado del tambor al final de la segunda entrega:
Como trataba de emular los diseños de los tambores históricos, tuve muy claro desde el principio que quería decorar el casco con tachuelas, pues era la práctica habitual hace siglos (y necesaria, ya que al doblar la lámina de madera sobre sí misma para formar el cilindro se producía una junta que había que reforzar para que no se soltara. Con el tiempo se convirtió en un elemento decorativo y también servía para identificar a los distintos fabricantes). Por ello, y en busca de inspiración, me dediqué a bucear en la iconografía y a buscar instrumentos históricos conservados:
Para no meter la pata y no estropear de forma irreversible el casco hice algunas pruebas previas sobre una tabla.
Una vez con la suficiente confianza usé un compás y papel cuadriculado (para facilitar las referencias). Dibujé varias circunferencias concéntricas (tomando como centro el “vent hole”) y, a partir de ahí, fui haciendo marcas equidistantes. Esas marcas serían donde clavaría las tachuelas. Una vez hecho el dibujo fijé la plantilla al casco con cinta de carrocero para no estropear el acabado (centrándolo todo sobre el “vent hole” y alineando la línea diametral “norte/sur” con la marca dejada al cerrar la capa exterior de madera, que también es el eje de simetría sobre el que hice el “snare bed” y el “vent hole”. Así quedarían perfectamente alineados todos los elementos, bordonero incluído).
El primer trabajo (bastante anodino, por cierto…) fue un mero marcado de cada punto usando la plantilla como base. Solo clavé las tachuelas muy superficialmente.
Cuando todos los puntos estuvieron marcados retiré la plantilla, lo que dejó las perforaciones al descubierto. Así, con ese trabajo previo, introducir las tachuelas fue pan comido.
120 tachuelas después este es el resultado de la roseta central:
Completé el diseño (usando la misma técnica de plantilla ya descrita) con cuatro circunferencias más que llevan tachuelas de mayor tamaño en su centro para que parezcan una flor. 172 chinchetas después este es el diseño terminado:
Coloqué la bordonera y el bulón trasero (ambos réplicas dieciochescas compradas en Cooperman, réplica dieciochesca. Las piezas originales eran cromadas, pero las hice dorar para que el conjunto fuera coherente).
Aquí tenéis una foto del tambor presentado con sus aros y parches, listo para ser encordado (los parches no son los que actualmente tiene el tambor: los arillos de la foto son de aluminio y, por tanto, no históricos. Este instrumento tiene parches de piel montados sobre arillos de madera).
En un futuro artículo os mostraré el tambor terminado. ¿Os gusta este tipo de acabado?, ¿lo consideráis suficientemente histórico?