Como siempre, lo primero que hice fue desmontarlo por completo.
Todas las partes (bearing edge, snare bed, casco…) estaban en buenas condiciones. Lo primero que hice fue quitarle el acabado “mueble de cocina” que tenía:
Utilizando lija de grano 50 se lo quité por completo y dejé el casco en su estado natural. Repetí el proceso con granos cada vez más finos (tanto en el interior como en el exterior) hasta dejarlo perfectamente liso. Debo decir que el casco es de abedul y que trabajar con esta madera es un verdadero suplicio, pues suelta unas virutas que parecen espuma y hace que el proceso sea verdaderamente engorroso. Aquí podéis ver el casco perfectamente lijado.
Traté el interior con cuatro manos de aceite de tung, dejando secar cada una de ellas durante 24 horas antes de aplicar la siguiente. Observad la diferencia entre el interior tratado y el exterior crudo.
En el exterior volví a trabajar con un viejo conocido: el tinte de castaño.
Una vez teñido procedí a encerarlo. Este es el resultado final después de 10 manos.
Rematé el trabajo en el casco colocando una bordonera y un bulón con una estética de bronce viejo.
Terminado el casco pasé a trabajar con los aros, que tenían algunas grietas que separaban el laminado. Los encolé y los sujeté con pinzas mientras se secaban.
Los lijé hasta dejar la madera al descubierto y les di diez manos de aceite de tung.
Lo siguiente que se me ocurrió fue adornarlos de alguna manera. No he visto iconografía que muestre aros con adornos, pero como quería que el tambor fuera barroco me apetecía cargar un poco las tintas. La primera idea fue pirograbarlos, pero desistí enseguida porque nunca había hecho nada parecido, así que les clavé tachuelas con forma de flor.
En el aro batidor añadí un enganche (en el original faltaba) al que poder sujetar la bandolera. También tiene un acabado en latón viejo.
Aquí tenemos los aros y el casco ya terminados:
El siguiente trabajo fue fabricar las orejetas de tensado (las que venían con el tambor no casaban con el nuevo “look” y no eran muy prácticas). Escogí cuero de color claro que se pareciera al de los aros y que, a la vez, fuera contrastante con el color del casco. Para el hilo de cosido elegí un color parecido al del casco para que fuera contrastante con el del cuero. Así quedaba homogéneo en diseño y bonito (o, al menos, a mi gusto…). Todo el material lo compré en Curtidos Carrasco, tienda gijonesa de toda la vida que merece la pena visitar por los olores, colores, género, amabilidad de los dueños… Una cápsula del tiempo.
Con las orejetas acabadas sólo quedaba montar el tambor con cuerda nueva.
Los bordones los hice con tripa natural que compré en Baena Sonido. La humedecí, la hice firme al bulón con un as de guía y le di cuatro vueltas.
Aquí tenéis el resultado final.
Espero poder subir una muestra de audio de este proyecto. ¿Tenéis algo similar?, ¿habéis trabajado en uno?, ¿lo habéis restaurado?, ¿lo habéis construido desde cero? Espero vuestros comentarios.