Corrijo escrituras (muy propias de los programas informáticos de edición) que complican la lectura. De esa forma es mucho más cómodo leer y no cometer errores. También añado ojos (marca de la casa 😀 ) para avisarme de que debo continuar tocando al acabar el pentagrama o cualquier otra dificultad.
También señalo las partes fuertes para que la grafía o las agrupaciones de notas no me lleven a error. Mi consejo para los editores es que siempre pongan la indicación de compás al comienzo de cada pentagrama (especialmente en música nueva y que se va a grabar).
Marco los errores que encuentro en la partitura para comentarlos con el director y subsanarlos antes de grabar.
Cuando tengo todas las partituras marcadas de manera que no puedo cometer ningún error, el paso siguiente en la preparación previa es obvio: estudiar, estudiar y estudiar. En este caso la parte de glockenspiel necesitaba dedicación y, aunque no especialmente complicada, sí requería algunos mimos.
Una vez comienzan las sesiones el trabajo es rapidísimo. Se hacen (como mucho) dos lecturas y se graba. Por eso, en los pases previos hay que estar con el radar puesto y apuntarlo TODO para que no se quede nada en el aire (lápiz y goma son grandes aliados). Así, voy escribiendo referencias de otros instrumentos para asegurar una música que desconozco y oigo por primera vez. De esta manera no hay error posible y no se repetirá una toma porque yo me haya perdido. También es el momento de anotar ritardandi, comas, posibles errores en la partitura (se corrigió un 5/4 que debería ser un 4/4 -ved la foto-), elegir baquetas/mazas y escuchar al resto de compañeros para que el fraseo, articulación, dinámicas, afinación…, sean coherentes.
Es imperativo llevar un buen arsenal de baquetas y mazas a las grabaciones para tener muchos colores y poder satisfacer a director y productor. Independientemente de los miles de baquetas que lleves el productor siempre va a querer probarlas todas. Esta anécdota es muy conocida y a mí me ha pasado varias veces: empiezo con unas que no le gustan, voy probando y cambiando hasta cerrar el círculo y usar otra vez las primeras (él no lo sabe 😉 ), “¡esas son perfectas!”. Lo sabía… 😀 . Llevad muchas baquetas a las grabaciones y tened mucho tacto y mano izquierda para lidiar con estas situaciones (y recordad siempre que, donde hay patrón, no manda marinero).
En las lecturas hay que tener los oídos bien abiertos y tocar un todo coherente con el resto de los músicos. Una de las partes de timbales era muy fácil, con solo unas redondas, pero…
…descubro que las toco junto con el contrabajo, que él las toca separadas y yo legato. Aún teniendo ambos exactamente lo mismo en la partitura él articulaba y yo ligaba, así que hablé con él para unificar criterios (distinta articulación para lo mismo queda mal). En la primera lectura había esa discrepancia, pero en la siguiente y grabación ya estaba todo resuelto.
La comunicación con el resto de músicos es fundamental y ha de producirse con el máximo respeto. Siempre debo estar dispuesto a modificar mi manera de tocar por el bien del conjunto. No valen para nada los egos y las cabezonerías: si hay algo que se aprecia en un músico (aún más en el estudio) es la flexibilidad.
Otro caso en que debo reaccionar inmediatamente. Mi parte de glockenspiel dice sempre piano, pero el director quiere que haga unas inflexiones que sí hacen el resto de músicos. Las apunto y las toco. Cuando el productor las oye prefiere mantenerlo todo plano alegando una composición por capas, estratificada. No solo lo quiere piano, lo quiere pianissimo. Así, en un momento, he tocado lo mismo de tres maneras diferentes: piano sin inflexiones, piano con inflexiones y pianissimo sin ellas.
La flexibilidad es fundamental en este trabajo. Hay que ser capaz de tocar INMEDIATAMENTE cosas que no están en la partitura, modificar dinámicas, articulación, fraseo… También hay que leer a vista o improvisar, ya que el productor o el director te pueden pedir que toques algo que han decidido añadir a última hora: “David, entra en la pecera e improvisa una pavana a lo Monteverdi, que en este número va a quedar muy bien”. Del susto casi escupo el café que estaba tomando y en frío, sin comerlo ni beberlo, la luz roja está encendida y debo tocar algo que funcione musicalmente y no hacer perder el tiempo repitiendo tomas. Hay que tocar lo que te pidan YA y debe salir a la primera.
Hay que evitar cualquier ruido (sillas chirriantes, baquetas que ruedan y se caen, pasos de página, partituras que se deslizan, instrumentos que resuenan …). Siempre llevo conmigo toallas negras (por aquello de la discreción y porque también las puedo usar en el escenario en concierto) que me sirven para apagar instrumentos, apoyar baquetas… Se debe mantener silencio absoluto antes y después de tocar para que las tomas estén “limpias” al principio y al final y adoptar una postura de tocar o de espera totalmente silenciosa. No hablar a no ser que me pregunten, y si me equivoco debo decirlo para que el error no se quede en la toma definitiva. Hay que tener mucha paciencia y concentración para las repeticiones y el móvil debe estar apagado: mi concentración debe estar en lo que estoy tocando en ese momento, no en lo que suceda en el teléfono. El teléfono también debe estar apagado por una cuestión técnica, pues puede interferir con los aparatos electrónicos del estudio.
Si hay que afinar (inevitable con los parches de piel) debo hacerlo piano y respetando al resto de instrumentistas cuando lo hagan (facilito las cosas, no hago ruido, no molesto, evito tensiones, se mantiene el buen ambiente…). Yo aprovecho todos los cortes entre tomas para repasar la afinación y asegurarme de que cuando llegue mi entrada esta será perfecta: diapasón a mano, baqueta blanda, muy piano, no molestar y afinación clavada. Así todos estaremos contentos.
Si seguimos estas cuestiones de cortesía y hemos hecho el trabajo previo la grabación discurrirá como la seda.
Si no tengo que tocar en una toma no pinto nada en la cabina (puedo distraer, molestar y hacer ruidos innecesarios). Si no toco no me voy muy lejos y me mantengo localizable, pues pudiera ser que me necesitaran para un cambio de última hora. Mi lugar favorito cuando no estoy tocando es la sala de control, pues puedo seguir el proceso, estoy muy cerca si tengo que entrar a tocar algo y me gusta todo lo que tiene que ver con la tecnología (en el control es de aplicación lo ya visto, pues hay gente trabajando: educación y cortesía).
Todos los técnicos del estudio están desempeñando su labor y debemos facilitársela. Hay que pedir las cosas por favor, dar las gracias, ser amable de forma sincera, ayudarlos si está en nuestra mano, ofrecer soluciones y no problemas, saber cuándo es buen momento para pedir algo y cuándo no, saber qué podemos pedir y qué no…
Si después de montar y/o recoger mi material ellos todavía están ocupados, ¿por qué no echarles una mano? Si además de buen músico soy una persona con la que es fácil trabajar las posibilidades de que me vuelvan a llamar se multiplicarán exponencialmente.
Muchas gracias a Forma Antiqva por contar conmigo para este proyecto, al personal de Estudio Uno por su profesionalidad y a Jamie Massieu (fotógrafo) por algunas de las magníficas fotos que complementan esta entrada del blog.
…et in Arcadia ego.
© David Valdés