Ayer, 19 de octubre, falleció John Bergamo.
Yo pensaba que se trataba del símbolo solar tan habitual en sociedades agrícolas (como la asturiana), pero él me comentó que se trataba de otra cosa: cuatro nueves invertidos unidos por la base. Para él la perfección venía representada por el nueve, pues al sumar las cifras que componen sus múltiplos siempre se vuelve a obtener el número 9.
Una muestra:
9×2=18; 1+8=9
9×3=27; 7+2=9
9×4=36; 3+6=9
9×5=45; 4+5=9
9×6=54; 5+4=9
9×7=63; 6+3=9
9×8=72; 7+2=9
9×10=90; 9+0=9
9×11=99; 9+9=18; 1+8=9
9×12=108; 1+0+8=9
9×13=117; 1+1+7=9
9×14=126; 1+2+6=9
Su percepción matemática del mundo no era según una base decimal, sino en base nueve, a la que atribuía la perfección, de ahí el símbolo en sus instrumentos.
Fascinado por su teoría, nos escribimos durante un tiempo. Yo le mandaba objetos relacionados con el tetraskel debido a la grandísima similitud con su símbolo y el me mandaba algún disco. Algunos acontecimientos de mi vida también los ligué al número 9 debido a la influencia de John.
Ayer se nos fue una gran persona. Descanse en paz.
…et in Arcadia ego.
© David Valdés