El primer redoble es el tradicional, sacudido, adecuado para la gran mayoría de las situaciones. Mi recomendación es que lo practiquéis lo más relajado posible, como un redoble independiente a una mano en la marimba.
El segundo es una variación muy curiosa que produce un efecto atresillado. Es el mismo movimiento que utilizamos al tocar simples alternos en la marimba.
La tercera opción es adecuada para tocar pasajes muy piano y con un carácter muy ligero. Aunque parezca increíble, lo he usado más de una vez.
Los redobles piano-crescendo siempre han sido difíciles. Esta tercera opción me permite tocarlos fácilmente: comienzo con el redoble anterior para que el inicio sea definido y nítido y, poco a poco, paso al redoble tradicional. El resultado es un redoble con el comienzo muy bien articulado rítmicamente, muy piano al principio y que permite crecer a placer.
El redoble a dos manos produce un gran volumen, un carácter nervioso y permite articular claramente el comienzo y el final.
Apoyando los dedos sobre el parche y agitándolos podemos tocar redobles muy largos sin cansarnos. También podemos dar un comienzo y final muy definido.
Si lo que queremos es un redoble muy largo y piano (el Concierto para violoncello nº2 de Shostakovich, por ejemplo), podemos usar una técnica propia del riq.
Los redobles con los dedos son muy versátiles. Debemos ser capaces de usar cada uno de ellos para así adaptarnos al carácter y dinámica que deseemos.
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Estas son sólo unas pocas de las muchas técnicas que se pueden usar para redoblar con la pandereta, instrumento por el que siento debilidad. En próximos artículos os mostraré mas. Hacedme saber las vuestras y con muchísimo gusto las incorporaré a mi arsenal.
…et in Arcadia ego.
© David Valdés