David Valdés

Xilófono - El pájaro de fuego.

Hoy hablaremos sobre un verdadero reto técnico y musical: la parte de xilófono de “El Pájaro de Fuego“, de Igor Stravinsky. Más concretamente, hablaremos de la “Danse de la Suite de Kastchei Enchantée par l´Oiseau de Feu”.

Ilustración de Ivan Jakovlevich Bilibin para "Cuento del zarevich Iván, el pájaro de fuego y el lobo gris".

Aquí tenéis la partitura:

partitura

Y aquí está mi interpretación:

Debemos interiorizar el tempo de la orquesta desde 126 y escuchar las semicorcheas que toca la cuerda para encajar perfectamente en nuestra entrada de 127. Tenemos que sentir las semicorcheas y contar perfectamente en los compases de silencio para encajar quirúrgicamente cuando sea nuestra entrada.
 
La partitura indica una velocidad de 152. Obviamente, esto dependerá del maestro, así que lo mejor es estudiar varias velocidades por encima y por debajo para que ninguna nos coja por sorpresa. En el vídeo he escogido una velocidad de 165. Es una velocidad de audición, quizá no muy musical, pero una velocidad que demuestra al tribunal que puedo tocar rápido; es una velocidad que, cuando estás compitiendo con otros muchos aspirantes, puede hacer que la balanza se incline hacia tu lado (o no…, ¡quién sabe!).
 
Mi idea de fraseo hasta que empiezan a “llover” semicorcheas (4 compases antes de 130) es la siguiente: apoyarme en la primera nota, que de esa energía salgan todas las demás y recoger al final:
Igualmente importante es la graduación dinámica: piano al comenzar, mezzo piano cuatro compases después, mezzo forte en 129, forte en 130 y así sucesivamente.
Es vital que, en los compases de silencio, sigamos sintiendo internamente las semicorcheas y que miremos al director. Si os dais cuenta, en los silencios levanto la cabeza para establecer contacto visual con el hipotético maestro: nunca jamás permitáis que un director os llame la atención porque no lo miráis. Siempre que me es posible (y este fragmento no se presta mucho a ello por su dificultad) levanto la cabeza del instrumento para mirar al frente.
 
Algo con lo que debemos tener mucho cuidado es la figuración de la cuerda en 128, pues su diseño rítmico comienza con un silencio de corchea en la parte fuerte, produciendo una síncopa. Que eso no nos despiste: nuestro tempo y nuestro ritmo deben ser sólidos como una roca. Lo mismo vuelve a ocurrir en 129, donde ese diseño lo toman los contrabajos:

Cuatro compases antes de 130 cambio la baquetación lógica y empiezo con la izquierda, de manera que el salto de 4ª entre el Re y el La lo toque mi mano fuerte (la derecha).

En 131 y 132 tocamos un pedal superior junto con la cuerda, por lo que prefiero recogerme un poco (meno forte) para que salga más el diseño de los otros instrumentos.

 

Con respecto al final (cuatro compases antes del allegro feroce), hay quien hace un accelerando para preparar el nuevo tempo, pero a mí me resulta mucho más efectivo y dramático que el nuevo tempo sea súbito (así tiene más carácter feroz), pero eso no depende de mí, sino del señor de la batuta. En una audición prefiero ceñirme al papel (y a mi propio gusto) y no acelerar. Diferentes maestros tienen diferentes interpretaciones, pero en una audición considero más acertado tocar literalmente lo que está escrito de forma que el tribunal no se vea en la disyuntiva de pensar si tocamos accelerando porque conocemos la música o porque no podemos mantener el tempo. Ante la duda, y tal y como dicen los ingleses, “stick to the ink”.

 

Para terminar podéis ver que la última nota la toco con la mano derecha (contrariamente a la secuencia natural). Con ello consigo que la que se supone es la más fuerte de todas las notas tenga la energía necesaria (soy diestro). Algunos percusionistas tocan esa última nota doblada en octavas. 

 

Os recomiendo encarecidamente esta fantástica obra.

 

 

…et in Arcadia ego.

© David Valdés