En este último artículo de la serie he querido recurrir a ejemplos del propio Verdi para argumentar mi edición de la parte de timbales de su “Requiem“. No es mi intención al citar al compositor usar una falacia de autoridad; mostrando ejemplos de su escritura quiero hacer ver que mi trabajo no es fruto del azar, sino de un profundo estudio de la obra verdiana.
Sin salirnos del “Requiem” podemos ver que, en el “Dies Irae” (número 12 de ensayo y letra B), Verdi escribió una subida desde un Si bemol hasta un Re. De aquí podemos deducir dos posibilidades: a) que Verdi dispusiera de tres timbales (uno para cada nota); b) que tuviera acceso a timbales rotatorios o de pedales (como los fabricados por Boracchi) que permitían al timbalero cambiar muy rápidamente las notas.
Esa línea ascendente se aleja de manera muy clara de la tradicional escritura en intervalos de 4ª y 5ª.
Tenemos también un ejemplo del uso de tres notas en el “Libera Me”, nueve compases después del número 103 de ensayo.
En “Aida”, a partir de la letra O de ensayo, Verdi también usa tres notas. La indicación “in Re” prueba indudablemente que esa nota se produce por un cambio desde el Mi y no por disponer de tres timbales (en cuyo caso habría “in La, Re, Mi” al principio del número).
En “Don Carlo” aparecen tres notas diez compases después de la letra P del finale. Incluso pide cuatro notas (Fa, Sib, Do, fa) once compases después de la letra F de la “Scena” del tercer acto.
Otra muestra del uso de más de dos notas se da en el primer acto de “Otello” seis compases antes de la letra I de ensayo (La, Do, Re, Mi). Esta ópera tiene una escritura para timbales muy interesante y es firme candidata a una edición “molona”.
Verdi también abandonó la escritura convencional en “Il Trovatore”, “Macbeth” o “Falstaff” (fuga final).
Con estos ejemplos pretendo demostrar que Verdi aprovechó, sin duda, las innovaciones mecánicas de los timbales de su época, lo que le llevó a escribir de forma más compleja. Lógicamente, el desarrollo de los timbales con mecanismos era incipiente (al igual que la técnica de los timbaleros que debían tocar esas partes) y, por tanto, también lo era la escritura de Verdi. Todo ello nos da un estilo un tanto “inocente” que aún contiene errores y conserva reminiscencias de épocas anteriores, pero estoy seguro de que, si hubiera nacido con posterioridad, sus partes de timbales serían aún más audaces.
¿Tan audaces como mi edición? Eso es imposible saberlo, pero lo que sí está claro es que mi versión se aprovecha de las grandes posibilidades de los timbales actuales. Cuando Mozart descubrió el “fortepiano” obró como un niño pequeño que tiene un juguete nuevo: llenó sus partituras con indicaciones f y p llevado por la novedad del instrumento y sus posibilidades dinámicas. Si Verdi hubiera contado con unos Ludwig Professional (por decir la marca que yo usé en el concierto), estoy seguro de que los hubiera usado con profusión y, llevado por la novedad y sus posibilidades armónico-melódicas, habría escrito abundantes cambios de notas. El caso es que no los conoció, pero sí conoció las innovaciones de Boracchi y no dudó en usarlas (como hombre de su tiempo que era).
A continuación podéis ver algunos vídeos en los que otros timbaleros también han editado el “Requiem”.
En esta versión de la Filarmónica de Los Angeles dirigida por Dudamel el timbalero dobla el Sol. Obsérvese también que Raynor Carroll toca en dos bombos.
La Atlanta Symphony ofrece una versión muy, muy, muy parecida a la mía, lo que me lleva a pensar que, realizados con un riguroso criterio, los trabajos de edición llevan a resultados muy similares.
Aquí podemos ver al timbalero de la Filarmonica Arturo Toscanini, dirigida por Mehta.
También en esta versión de Karajan se pueden escuchar perfectamente las modificaciones que el timbalero ha hecho a la partitura.
Para rematar este asunto, adjunto un enlace desde el que descargar en formato pdf mi edición íntegra del “Réquiem”. Permito el libre uso de la partitura y agradezco la notificación de cualquier error que podáis descubrir en ella así como cualquier comentario. Si la utilizáis, agradecería mucho que me mencionarais como editor de la misma.
Hasta pronto.
…et in Arcadia ego.
© David Valdés