Todo aquel que haya tocado repertorio de Mendelssohn, Schubert, Dvorak, Schumann, Tchaikovsky, Weber, Gounod, ópera (principalmente el repertorio italiano y francés) y, como caso particular, nuestra españolísima zarzuela, se habrá encontrado en multitud de ocasiones con notas que no “casan” en un determinado contexto melódico/armónico y, dependiendo de su osadía o conservadurismo, habrá decidido dejarlas tal cual o buscar una mejor solución.
El repertorio romántico presenta claras disonancias. Estas son tan obvias que nos llevan a pensar que el compositor, a falta de un tercer instrumento o la posibilidad de un cambio rápido, prefería tocar esa nota a todas luces fuera de contexto a sacrificar el efecto que un golpe de timbal (aunque fuera “desafinado”) pudiera aportar en un determinado momento a su obra.
Desde este enlace se puede descargar de forma legal y gratuita la partitura orquestal y las partes del “Requiem” para así seguir el proceso: IMSLP.
Ya en el compás nº 3 se presentan las primeras complicaciones, pues en la edición de Ricordi las partes 2 y 4 no están acentuadas.
Las siguientes intervenciones son una mezcla de las maderas (de ellas se toman las fusas) y el diseño rítmico del cuarto fagot, trombones, oficleide y contrabajos (véase el compás 20 en el “score”).
Los contratiempos que vienen a continuación han de ser tocados con extrema precisión, pues los timbales son el único instrumento de la orquesta que tiene dicha figuración rítmica.
Me gusta comenzar el redoble sobre el la un poco menos para acompañar con un crescendo la subida de cuerdas y madera (y hacerla así más dramática).
Los siguientes compases presentan problemas, pues las notas escogidas por Verdi no guardan relación con la armonía. A una secuencia G9b-Cm-F9b-Bb-G7dim-Ab (ver compases 31 a 36 en el “score”) siempre le corresponden las notas Sol y Re, lo que da lugar a obvias disonancias.
El redoble sobre Sol natural no tiene sentido en un contexto de Mi mayor (choca clarísimamente con el Sol#), así que lo sustituyo por un Mi natural, nota que también tocan fagotes, oficleide y contrabajos.
El dilema con este tipo de interpretaciones es que, si no se realiza ningún cambio, el resultado es obviamente disonante, pero si nos metemos en harina y decidimos editar la parte, hay que hacer muchas modificaciones, lo que añade una importante dificultad a la interpretación.
Debemos decir que Verdi conocía los timbales de pedales y rotatorios (es seguro que escribió teniendo en mente los instrumentos de Carlo Antonio Boracchi, timbalero en La Scala), que escribió redobles con cambios de notas en su ópera “Otello” (primer acto, seis compases antes de la letra I de ensayo) y que en el mismo “Dies Irae” escribe una subida Sib-Do-Re (compases 74 a 88). Si escribió estos cambios de notas, ¿por qué en otras partes del Réquiem (y en sus óperas) no lo hizo así y escribió notas obviamente malas? Es fascinantemente contradictorio que Verdi tuviera, en la misma obra, una escritura para timbales tan conservadora en ciertas partes y tan innovadora en otras. Mi criterio es hacer Música, y si ello implica cambios de notas, no veo ningún problema en hacerlo.
En próximas intervenciones ahondaré un poco más en este asunto tan apasionante y, para ello, usaré el “Sanctus” de esta misma obra como ejemplo.
Me encantaría saber vuestra opinión al respecto, por lo que cualquier comentario o sugerencia será bienvenido.
…et in Arcadia ego.
© David Valdés